Hasta 2008, con un pago garantizado de 48 euros por tonelada, el sector remolachero suponía más de 80.000 hectáreas de cultivo y la existencia de una decena de plantas. A partir de la reforma de la Organización Común de Mercado, con la progresiva rebaja de los precios base hasta los 26 euros por tonelada y de los incentivos al agricultor por cese de actividad, la superficie cayó hasta una media de unas 40.000 hectáreas y el funcionamiento de solo cinco fábricas, cuatro en manos de Azucarera y una de la cooperativa Acor.
Frenar la desbandada, mantener al máximo las superficies en zonas donde tradicionalmente se ha desarrollado el cultivo y tratar de introducirlo en otras regiones para cubrir y superar la cuota asignada de 378.000 toneladas, ha constituido el eje de las actuaciones desarrolladas por Azucarera cuya facturación se eleva a unos 700 millones de euros. Para conseguir el objetivo de volver a apostar de nuevo por la remolacha en España, la empresa ha utilizado tres vías: conseguir una eficiencia productiva en el campo, disponer de una estructura más eficiente en la industria y pagar unos precios rentables a los agricultores.
Con el fin de apoyar el desarrollo de este cultivo, Azucarera ha puesto en marcha un nuevo plan para el periodo 2014-2020, donde se contempla la inversión de más de once millones, de los que más de la mitad corresponden a gastos de personal técnico a pie de campo asesorando a los cultivadores. Este plan supone una línea de continuidad sobre el aplicado en los últimos seis años y su aspiración es lograr un sector más competitivo cuando llegue la eliminación de las cuotas en 2017.
Según los datos manejados por Azucarera, entre 2008 y 2014, los costes fijos y variables para el cultivo de remolacha, bajaron de 29,20 euros a 28,20 euros por tonelada. Esta mejora, impulsada por las actuaciones llevadas a cabo en el sector, se ha logrado a pesar de los incrementos en los medios de producción, especialmente de los energéticos para el riego.
El objetivo en los rendimientos medios por hectárea para 2014 se sitúa en 120 toneladas en la zona norte (Castilla y León, País Vasco y La Rioja) mientras que en la campaña 2012-2013 se logró una media de 108,20 toneladas con más del 30% de los cultivadores por encima de esa cifra hasta superar en muchos casos las 120 toneladas. Estos rendimientos son superiores a los de otros países comunitarios, a pesar de que en el caso español el mayor obstáculo son los elevados costes del agua por el uso obligado de la energía y los precios aplicados por las eléctricas en la tarifa fija.
En la zona sur (Andalucía), también se ha logrado un importante incremento de rendimientos, con una media de 80 toneladas hectárea, lejos de las 105 que se habían fijado como objetivo. Con el nuevo plan, la previsión es lograr en 2020 una media de producción de 130 toneladas por hectárea en la zona norte y de 110 en toneladas en la zona sur.
El primer aspecto clave en el desarrollo del nuevo plan es la aplicación de una política de asesoramiento personalizado a los cultivadores para lo cual la empresa pondrá a disposición del sector 27 técnicos en la zona norte y otros siete en la zona sur. En ese objetivo de producir más y mejor, esa ayuda afecta a la preparación de suelos, elección de semillas, abonado, control de malas hierbas, plagas, asesoramiento de riegos, costes energéticos o uso de fitosanitarios.
El nuevo plan, además de apuntalar la actividad de los remolacheros y de las superficies en las zonas tradicionalmente ligadas a este cultivo, pretende abrir el campo a otras zonas donde acompañen las condiciones climatológicas y, sobre todo, la disponibilidad de agua. Para ello se pretende actuar con información a pie de campo sobre las más de 150.000 hectáreas de nuevos regadíos que se han puesto en marcha en los últimos años, especialmente en Navarra, Sevilla y Cádiz. El objetivo es captar a nuevos cultivadores en esas zonas. Además, para el conjunto del sector, se quieren ofrecer diferentes opciones de cultivo. Una modalidad que se prevé potenciar es la que establece que el propietario ponga la tierra y el riego, y Azucarera el resto de los costes de producción. Al finalizar la campaña habría un reparto de beneficios según los acuerdos pactados. Otro sistema es ofrecer un pago fijo de mil euros por hectárea al agricultor que ceda su tierra siempre que la misma cumpla con una serie de condiciones de agua, superficie o distancia a una fábrica.
Según los datos manejados por Azucarera, el alargamiento del ciclo productivo puede dar lugar a una mejora de rendimientos con siembras más tempranas en el norte y en el sur, así como ampliar el periodo de recolección en la zona norte a partir de nuevas variedades. Al igual que en otras zonas comunitarias, la empresa pretende que los remolacheros entreguen la remolacha entera, con corona. Este sistema repercutiría positivamente en los agricultores al entregar más volumen, aplicando una reducción al precio que podría ser inferior al 4%, y también sería positivo para la industria.
El plan contempla la revisión de la maquinaria y la evaluación de todos los equipos de riego, así como el asesoramiento energético y la automatización de los mismos. Azucarera, para lograr una mayor eficiencia en la actividad de las plantas, aboga por acuerdos para organizar el circuito desde el arranque de la raíz hasta su transporte a la industria para asegurar un abastecimiento continuado a las plantas.
Junto a la productividad en el campo vía menores costes y más rendimientos, Azucarera considera fundamental una eficiencia productiva en las fábricas para rebajar el coste de producción. Con ese objetivo, el grupo mantiene desde 2009 unas inversiones anuales para mejorar los sistemas cercanos a los 20 millones. A esa cifra se suman los casi 60 millones invertidos en la planta de Jerez para la transformación de azúcar crudo de importación para atender una demanda interior total de 1,2 millones de toneladas de las que la cuota de producción nacional solo cubre algo más del 40%.
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