Muchos coleccionistas que atesoran estas cubiertas de aluminio que sellan las botellas de cristal se taparían los oídos si escuchasen a alguien llamar “chapa” a los tapones corona. Sería como calificar de dibujo a la Mona Lisa delante de un crítico de arte. Los más puristas consideran su nombre correcto 'tapones corona'. Aún así, la RAE permite ambas acepciones, considerando también un sinónimo corcholata.
Desde el punto de vista pragmático, las chapas son un tapón metálico que se coloca en las botellas de cristal para sellarlas y que, una vez se desprende, no puede volver a colocarse. Al menos el clásico, ya que desde 2009 han aparecido los tapones de rosca metálicos para botellas de cristal, aunque más que un sucesor, por su comportamiento hasta la actualidad parece un simple truco de marketing.
Es innegable que los tapones corona siempre han sido un lugar preferente en el que las marcas estampan su sello, haciendo que estén disponibles en un amplio abanico de colores y con muy distintos motivos. La tradición se rompió con la llegada de las marcas blancas en las bebidas que utilizan este tipo de tapón, ya que normalmente utilizan tapones lisos y genéricos.
Ansiado juguete improvisado
En una era donde la mayoría de niños ya llega, casi, con una consola debajo del brazo y aprende a moverse por un smartphone antes que a andar, puede parecer una tontería. Pero años ha, las chapas eran un artículo codiciado por los infantes. ¿Los motivos? Desde sus distintos colores y dibujos, a ese afán coleccionista inherente al ser humano y, dejando lo emocional a un lado, porque eran necesarias para practicar juegos tradicionales.
Las chapas clásicas, el fútbol chapas, intercambiar las repetidas o, incluso, para utilizar de marcador en la rayuela. Estos trocitos de aluminio coloreados y de canto irregular tenían más utilidades de las que cabía imaginar, además de ese regusto dulce. Muchos las conseguían después de que sus padres les comprasen un refresco en un bar.
En la actualidad, y como ha ido ocurriendo con todos los juegos tradicionales, es muy difícil encontrar a un grupo de chicos jugando con tapones corona. En cambio, la huella imborrable que han dejado está clara cuando Sony añadió al catálogo de juegos de su videoconsola portátil PSP un título que inmortalizaba el fútbol chapas.
El valor de un tapón corona para un coleccionista
En el coleccionismo, normalmente se valora que el objeto deseado esté incorrupto o en buen estado. Quien colecciona sellos, los prefiere sin que el cuño de correos los haya matado. Quien atesora Barbies, no las quiere con el pelo rapado. En cambio, con las chapas ocurre algo distinto, y es que para conseguirlas hay que desprenderlas de la botella, lo que normalmente deja una marca en ellas. Cuando menos, un guiche, cuando más, una doblez.
Los tapones corona no tienen una clasificación oficial, y las colecciones pueden resultar de lo más diversas. Desde tapones única y exclusivamente de Coca-cola a colecciones de chapas de cervezas. Que un tapón corona sea difícil de conseguir, añade valor, así como el buen estado- que la impresión no esté descascarillada, el canto oxidado, que conserven el obturador o plástico de la parte interna-, la estética o que forme parte de promociones.
Coca-cola lanzó chapas con los rostros de los jugadores de fútbol en la cara interna especiales para el fútbol chapas, hubo concursos donde el premio se escondía impreso en el obturador... Las chapas, ese tapón metálico tan afin a la publicidad, ha sido objeto de muchas campañas de marketing aunque parece haberse ido olvidando con el tiempo. Pero para muchos, continúan siendo un objeto casi de culto.
Resulta sencillo comprender cómo ese niño, al que se le iluminaba la mirada cuando el camarero del bar de su barrio le daba unas cuantas chapas, puede haberse convertido en un coleccionista de tapones corona.
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