Dos años después de que Felipe González llegara al poder, en Akron (Ohio), nació Lebron, el hijo natural de una adolescente de 16 años llamada Gloria James que andaba enredada con un camello proxeneta. Cuando fueron desahuciados, Gloria James agarró a su hijo de tres años y malvivieron durante dos inviernos entre albergues, garajes y casas de acogida de la iglesia hasta que consiguieron un apartamento de renta baja en el barrio más infecto de Akron. Al final, Gloria entregó la custodia temporal de su hijo a un matrimonio, los Walker. La casualidad, o la Divina Providencia, hizo que Frankie Walker fuera entrenador de baloncesto. Un día, Walker dio una pelota de baloncesto al niño Lebron y le dijo: "Compártela, no seas chupón, juega en equipo y aprende a lanzar".
En 2000, justo después de que Lebron terminara su primer año de secundaria como becario de la beneficencia en el colegio católico de San Vicente y Santa María, un amigo de la familia, Chris Dennis, grabó con una cámara en blanco y negro un partido del novato y se plantó en Indianápolis, en la final de la liga universitaria. Dennis logró colarse en la habitación donde 25 entrenadores de la liga asistían a una reunión sobre tácticas y enchufó el vídeo de Lebron James. Dennis no lo presentó, no dijo qué era lo que iban a ver. Los entrenadores se quedaron «pegados a la pantalla como si los hubieran untado con pegamento». Lo que vieron fue un tipo negro zurdo de metro noventa y cinco que no sólo encestaba, sino que jugaba en equipo –como le exigió Walker– con una inteligencia portentosa. De la habitación salieron en desbandada 25 entrenadores.
Pepsi y Coca-cola
Unas horas después, antes de que llegara nadie más, Aaron Goodwin, un representante de deportistas, se plantó en la puerta del apartamento de mierda de Gloria James, se sentó en la cocina y empezó a hablar. Goodwin puso el mundo a los pies de James... pero con la condición de que tenía que esperar tres años. Tres años viviendo en el chamizo, comiendo con los cupones de la seguridad social, sin poder tener lo que James más anhelaba: una Playstation. Así son las reglas de la NBA: para jugar tienes que haber acabado bachillerato y no haber recibido ningún regalo de más de 100 dólares en el instituto. Una Playstation vale tres veces más. Lebron aceptó ser basura negra durante otros tres años. Cuando el plazo expiró, Goodwin lo tomó del brazo y lo paseó por el hall del hotel donde se celebraban los drafts de la NBA. Elegido por los Cleveland Cavaliers con un contrato que le aseguraba doce millones de euros en tres años (una porquería) la compañía Nike se hizo con sus servicios publicitarios por 72 millones de dólares. Se cuenta que 'la guerra de la cola' no es nada en comparación a lo que Pepsi y Coca-Cola libraron aquel día alrededor de la casa de los James. En conjunto, y sin haber jugado un solo segundo en la NBA, el hijo de Gloria James firmó aquel día contratos por valor de 300 millones de euros.
Al día siguiente, de regreso a su casa de mierda en el norte de Akron, Lebron James encontró un regalo envuelto en la mesa de la cocina. Era lo que siempre había querido: una playstation y un juego... de fútbol americano.
Más bien feo
La historia de Lebron James –un tipo que da miedo, tatuado hasta las cejas, el rey de los Miami Heat y copropietario del Liverpool– termina en la lista Forbes, a la que lleva encaramado desde hace ocho años. Todo el camino que anduvo Lebron en un solo día, los genios del fútbol como Lionel Messi (Rosario, Argentina, 1987) necesitan años para recorrerlo y acabar siendo los carritos de las montañas rusas de la lista de los más ricos. Lebron James, como el alero de los Lakers, Kobe Bryant, los golfistas Phil Mickelson o Tiger Woods (incluso en sus horas bajísimas, los contratos del Tigre le garantizan unos ingresos de 75 millones de dólares sin necesidad de pasar el corte), tenistas como Roger Federer o bateadores de 32 años como Alex Rodríguez, más conocido como “A.Ro.”, seguirán en esa lista el año que viene.
El problema de Messi es que ni es guapo ni habla bien. Beckham y Cristiano Ronaldo –jugadores menores en comparación a uno de los mejores cinco jugadores de fútbol de todos los tiempos– pulverizan todos los ingresos que percibe, y que podría llegar a percibir, un jugador pequeño, torpe en el habla y más bien feo, como el argentino. En los demás deportes, basta con ser extraordinariamente bueno. Como Lebron James.
via Intereconomia.com - RSS de Intereconomía http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/sociedad/messi-no-nadie-comparacion-20130901 http://ifttt.com/images/no_image_card.png
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