No somos tan libres a la hora de invertir como pensamos. Cuando mantenemos la acción de una compañía creyendo que se va a revalorizar y estamos invertidos durante años a pesar de que su recorrido en bolsa indique lo contrario, o cuando aseguramos que tenemos un perfil de riesgo conservador pero los valores que tenemos en cartera indican que estamos asumiendo más riesgo del que decimos, en realidad estamos actuando bajo determinados engranajes mentales que condicionan nuestro comportamiento en la vida diaria y también en nuestras decisiones de inversión. La diferencia son las consecuencias más o menos relevantes que puede experimentar nuestro patrimonio si no somos conscientes de su repercusión.
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